martes, 30 de octubre de 2007

ES LA RAÍZ DE MI CANTO

En las playas calurosas
Sobre la candente arena
La raíz de mi horizonte
Busca el invierno escondido,
Entre las sombras nocturnas.
Cada grano diminuto es lágrima perdida
En los desiertos del alma.
Bajo mis pies se hunden
Una lluvia de perlas marinas
Bajo la húmeda faz
De las aguas temblorosas.
Gimen las gaviotas en su vuelo vigilante
Y los peces en su reino
Dibujan mañanas de amor.
La voz de mis entrañas
Le hace cosquillas
Al rumor de las olas
Ajenos a los pasos
Del mundo caminante.

VOY SIN LUZ EN LA PENUMBRA

Entre las nubes negras
Cargadas de llanto
Mi rostro inanimado
Es una gota de rocío
En busca de una flor
En el espacio ajeno.
Las penas pasajeras
Buscan otoños
Para nacer en sueños.
El aire mece al tiempo
En la hamaca de las horas,
La música vibrante
De las tardes sin nombres
Dibujan la noche
Con el cincel de la luna.
Un halo de colores
Tiñe el horizonte
Y la noche se derrama
En su inmensa creación.
En el paisaje celeste,
No hay más ventanas abiertas
Al cielo azul
Y sus pestañas cansadas
Ocultan la luz
En el fértil el lomo reseco del hastío.
Y no brotan las mañanas grises
De fúnebre remanso.

VIVO JUNTO A MI ILUSION

Se parte el arco fulgurante
Del fuego de mis ojos vacíos
Y vuelan en mil pedazos
Mis ilusiones de niño.
No puedo apartar
Las mañanas de mis días,
Late su pecho junto al mío
Y abren rutas de consuelo
En el surco palpitante de silencios.
No tengo más refugios
Donde ocultar esperanzas,
Todo vive en el aire,
Golpea el viento
A mis pies de seda
Y el verso se esparce
Por las grietas oscuras
De la tierra viajera.

LA LUZ DEL MÁS ALLA

El sonido en la madera
Brota hueco y lejano,
Se arrastra en la penumbra de la nada
Y hasta el aroma de la tarde
Muere en la bruma sin salida.
El llanto es melodía palpitante,
Se aquieta el alma herida
Y las hojas maceradas de dolor
Crean el otoño en el verano,
Se lapida el aliento
Y se apaga el fuego de su cruz,
Luego doblan las espaldas
Por las rutas del recuerdo.

LA SOLEDAD DE MI CANTO

Nadie escucha
Mi arpegio de cristal,
Los oídos inertes del espacio
Cierran sus puertas
Al arrullo triste del sol.
El sordo silencio del viento
Deja a la distancia
Su música sin notas.
El hilo de mis trinos
Dormita en las sombras
Y los abriga de olvido
A las piedras solitarias.
Así eleve mi canto
las ventanas de las almas
Enmudecen impasibles.
ante los gritos
De los infiernos rodantes
Apagando el trino de mi pecho abierto.

LA FELICIDAD DEL MORIR

Voy con fe
Al dulce encuentro
Del fuego insoportable
De tus ansias de amor.
Es mi cuerpo
Un torbellino de pasiones,
Huele a surco fresco
La tersura de tus labios,
De los poros de mi piel
Llueve a cántaros
La sabia deleitante del candor.
Somos dos lirios al sol
Buscando crear la noche
En el horno del deseo.
El aire sabe a luna llena
En madrugada,
El suspiro entrecortado
Nos enseña a morir
En un gozo sin final
Bajo el diluvio de estrellas
En el firmamento de tu ser.

UNA MAÑANA DE DIOS

El sendero polvoriento sin domingos
Se sequía interminable
Pide a gritos de rodillas
Una gota de rocío
A la hierva fresca
Del lejano prado.
Los árboles frondosos
En sus altas copas
Aprisionan al sol
Entre sus brazos
Y a los trinos de las aves.
Las aguas cristalinas de la acequia
Despiden su fragancia de vida,
Entona su canción de fecundo amor
Y se pierde en la distancia
Hasta donde van mis ojos.
La mañana solariega
Dibuja sus paisajes
Frente al espejo del cielo
Donde se refleja el alma.

UNA MIRADA DE AMOR

Del paisaje de mis sueños
Son las calidas mañanas
De los días de mayo,
Una manojo de sonrisas delirantes
Bajo la escarcha matinal
Desprendido de tibieza
De otros tiempos.
Hace germinar primaveras
En el árido vacío de mis pasos,
Vuela mi latido por las rosas del camino,
Mueren las tristezas bajo las ramas en flor
Mientras se enciende en los cielos
Un lucero dormido.

NO HAY SILENCIO EN MI CANCIÓN

Podría caminar sin luz
Por desiertos oscuros y sin nombre
Tras la huella vacilante
Del dolor ajeno
Para arrancarle una sonrisa
Al final del camino.
Ni las aguas profundas
De los mares de angustias,
Los espacios misteriosos
De los días sin horas,
Por el deliro de mi mente
Engendrado de colores.
Nada acallaría
Las notas de mi arpegio infinito
Cargado de luz divina.
inspirada en la fuente cristalina
Del más puro amor.

LA MAS BELLA MELODIA

En la noche de mi insomnio
Vive el color de tu pelo,
Junto al calor de tu piel
Se abriga la tarde
En primavera.
En el cielo de tus ojos
Luce cristalino
El manantial de la vida.
La tibieza de tus manos
Hace fértil la semilla
En el surco virginal
Del suelo herido.
En las mañanas
El remolino de tu risa
Es una nube gigante
Opacando el horizonte
A la espera del otoño.