sábado, 5 de enero de 2008

LA LUCHA DIARIA DEL SER

Se abren las auroras de colores
Después de las noches sin luceros,
Y todo huele a vano día.
En el espejo del cielo
Se ve el rostro de los que andan sobre espinas
Y en los rayos solares
Se divisa más de una cruz apagada.
Nadie grita de alegría
Se puede caer la luna
Y enredarse los cabellos
Y hasta caer de rodillas.
Más el hombre camina sin dejar huellas
Escondido de si mismo
Y en la nube del sendero
Se destruye la ilusión
De un retorno victorioso,
derrotando al invisible enemigo
Con la espada del tiempo.
Los fantasmas nocturnales
No atormentan el concierto
Si se baja la mirada;
Sólo si se rompe
El cristal de la verdad,
Se acaba el encanto
De habitar en las tinieblas
Como inquilino de la noche.

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